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Vaivenes de la actividad cinematográfica en Argentina
(parte II)

Nuestro país supo tener un significativo público de cine casi junto con el nacimiento del mismo. Podemos verificar su expansión a partir de la importante cantidad de salas de exhibición no sólo en la ciudad de Buenos Aires sino a lo largo y ancho de todo el país hasta mediados de los años setenta.

Los primeros años del cine argentino formaron parte de la constitución de la identidad nacional. Por aquellos años, tanto en el mundo como dentro del país, la idea de la argentinidad no estaba establecida: recién se estaban cumpliendo los cien años de su existencia y la mayoría de sus habitantes eran inmigrantes europeos que tenían sus propios imaginarios sociales y culturales.

Al hablar de identidad en el caso argentino y latinoamericano es también hablar de la mezcla, de la hibridación de distintas tradiciones, diferentes lenguas, orígenes diversos.
No podemos referirnos respecto de identidad cultural en términos de un origen claro, mítico, fundante.
Es una identidad que se va construyendo al interior de los conflictos y de las lenguas en disputa en una sociedad.

Si el Estado no protege la producción cultural en su diversidad y deja que el mercado fije condiciones vamos en camino de aplanamiento, en la homogenización, un producto en definitiva intercambiable con cualquier otro país.
Y no hablamos de esta defensa de identidad cultural que supone deviene de una mirada nacionalista que es autorreferencial y que no es sostenible ni deseable.

Argentina se caracteriza por una gran pluralidad y diversidad de culturas, correspondientes a población dispersa en un vasto territorio, con desigual mestizaje, diversidad lingüística, desigualdad socio-económica, fuerte asimetría en inclusión social, e incorporada diferenciadamente a la modernidad.
Pero una nación no supone o requiere la homogeneidad étnica o cultural como factor imprescindible para conformarse.

La relación entre cantidad de público y consumo de cine nacional, comienza a modificarse hacia mediados de los años cincuenta conjuntamente con la presencia hegemónica del cine norteamericano a nivel mundial, proceso que en la Argentina coincide con procesos locales de crisis de la industria cinematográfica argentina y paulatina trasnacionalización de la economía.

A partir de entonces se modifica la relación entre producción y consumo de cine, siendo el segundo más diversificado. Es decir no sólo comienza a consumirse cine de origen extranjero sino que también se puede observar la conformación de públicos de cine europeo tanto en las salas de exhibición masiva como en el surgimiento de una gran cantidad de cine clubes.

El cine argentino deja de ser relevante tanto en términos de producción como de público y sólo asume una cierta importancia en momentos transformación de su estética, el surgimiento de la llamada Generación del 60, en el marco del proceso político de mediados de los años 70 y con el llamado surgimiento de una nueva camada de directores de cine, a los cuales el periodismo dio en llamar Nuevo cine argentino a comienzos del 2000.

En un principio logró recuperar cierto interés por el cine nacional, que luego fue decayendo, dándose el fenómeno de crecimiento de la producción nacional, gracias a subsidios a nuevos realizadores, a la vez que se constató falta de público en forma paulatina.

Se suele afirmar que la constitución de los sectores medios en la sociedad argentina, está asociada no sólo con procesos económicos laborales, sino también con el papel fundamental que la educación pública ha tenido como vía de acceso a la cultura letrada (Sarlo, 1983 y 1997).

El acceso a la cultura a través de la masiva escolarización de los inmigrantes e hijos de inmigrantes constituyó un signo de identidad de los sectores medios.

Se establece así una vinculación entre la constitución histórica de una clase y la emergencia de determinadas prácticas y productos culturales.
Asimismo, en la investigación de Mazziotti y Terrero, (1983: 93) se hace referencia al desarrollo del cine como industria cultural durante la década del 30.

En este marco se alude al proceso de constitución de la sociedad argentina, en particular –el imaginario social de las clases medias– y a la experiencia anterior a los años 30 en la cual los hijos de inmigrantes, se convirtieron en clase obrera o en pequeña burguesía urbana, esto es experimentaron la posibilidad de ascenso social, de acceso regular a la instrucción pública y, en algunos casos, incluso de acceso a la universidad.

Ahora, la hipótesis, ‘’el espectador argentino prefiere un cine que copie los cánones establecidos en Hollywood, a un cine que se diferencie del mismo y que busque retratar temáticas locales’’ es válida, es acertada?.

 

Contacto: Claudio.Alvarez@UAI.edu.ar